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Hablemos del Consejo Consultivo: El primer paso para aprender e institucionalizar en la Empresa Familiar - 876 Visitas

Autores: Mario Rizo y Enrique Lizárraga.
En muchas empresas familiares, el crecimiento no se detiene por falta de ideas, sino por falta de conversaciones estratégicas.

Un consejo consultivo puede ser el primer espacio donde la familia empresaria empieza a mirarse con ojos de futuro.

Donde hay escucha y reflexión, hay evolución.

El consejo consultivo es un aula en la que todos aprenden.

El consejo consultivo: mucho más que una formalidad.

En las pequeñas y medianas empresas familiares, la idea de formar un consejo suele verse como algo lejano o innecesario. “Eso es para empresas grandes”, dicen algunos. Otros creen que “con la familia basta”. Pero el tiempo y los desafíos muestran que no basta. La cercanía no suple la estrategia, y el cariño no reemplaza la visión.

Por eso, más que un órgano de control, el consejo consultivo puede ser un espacio de aprendizaje. Un espacio para conversar sobre lo importante, lo que se posterga y lo que da dirección. No hace falta que sea grande, formal ni legalmente constituido como en las empresas que cotizan en bolsa. Basta que tenga intención, estructura básica y continuidad.

Reflexión: En la empresa familiar, no se trata de imponer estructuras, sino de crear espacios donde la experiencia se escuche y el futuro se construya con conciencia.

¿Por qué comenzar con un consejo consultivo?
Porque es el lugar donde la familia aprende a escuchar, a preguntar, a recibir retroalimentación sin sentir amenaza.

Es un entorno donde se desarrollan hábitos clave para el futuro: pensar antes de decidir, abrir espacio a otras voces, revisar lo que se da por hecho.

Además, permite invitar a uno o dos consejeros externos con experiencia, visión o madurez emocional, lo cual enriquece la conversación sin quitarle identidad a la familia. El consejo consultivo se convierte así en una especie de espejo y brújula: refleja lo que somos y orienta hacia lo que podemos llegar a ser.

El consejo consultivo no es un lujo, es una herramienta de humildad: nos recuerda que no lo sabemos todo y que siempre podemos aprender más.

Consejo consultivo vs. consejo de administración: ¿cuál es la diferencia?
Es común confundirlos, pero su naturaleza y propósito son distintos:

Consejo consultivo: Es un órgano no vinculante, es decir, sus recomendaciones no son obligatorias. Su función principal es asesorar, orientar y acompañar. Es ideal para empresas familiares que están en proceso de profesionalización o que aún no tienen la madurez para un consejo formal. Es flexible, formativo y evolutivo.

Consejo de administración: Es un órgano formal y legalmente constituido, con poder de decisión sobre la estrategia, la dirección y el control de la empresa. Es obligatorio en ciertas estructuras societarias y requiere un mayor nivel de institucionalización y experiencia.

Por eso, iniciar con un consejo consultivo es una decisión sabia para las empresas familiares que aún están aprendiendo a trabajar con estructuras de gobierno. Es como aprender a caminar antes de correr: permite desarrollar habilidades, generar confianza y construir una cultura de diálogo antes de asumir compromisos más formales.

Más que un órgano, una dinámica
El consejo consultivo no es solo una mesa con sillas y agenda. Es una dinámica que profesionaliza sin deshumanizar, que ordena sin burocratizar. Funciona si se celebra regularmente, si tiene una agenda clara y si los temas que se tratan son los que realmente importan: la sucesión, la reinversión, el crecimiento, la cultura y el legado.

Es un laboratorio donde los empresarios familiares aprenden a pensar con perspectiva, a dar espacio a las nuevas generaciones y a construir una empresa que trascienda más allá del fundador.

Un buen consejo no solo dirige: educa, une y transforma.

La institucionalización no comienza con papeles, comienza con conversaciones. Y el consejo consultivo es el lugar donde esas conversaciones toman forma.

La paradoja es esta: para avanzar, a veces hay que detenerse a escuchar.

Para crecer, hay que aprender a compartir el timón. Y para construir futuro, hay que empezar por conversar en el presente.

Una empresa familiar que se escucha se transforma. Una familia que conversa sobre el negocio se prepara para el futuro. El consejo consultivo es, muchas veces, la antesala del legado.
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